No sé cuando decidí que me gustaba cocinar. Recuerdo de niña que me gustaba cortar el pelo a mis muñecas, jugar a las casitas, prepararles la comida y jugar a hacer quesos y embutidos con plastelina. Pero yo no les hacía las comiditas cogiendo una tacita de plástico y removiendo con su cucharita al tiempo que decía "chuc, chuc, chuc...", no. Yo me bajaba a la despensa, y allí observaba todas las cosas que había: arroz, azúcar, sal, garbanzos, lentejas, galletas, fideos,.... uf! un mundo de posibilidades! Cogía lo que más me llamaba la atención ese día, poco, un puñadito de esto, otro de aquello... y me volvía a subir al cuarto de los juguetes, a cocinar. Por supuesto que mis muñecas eran mis mejores fans, todo les parecía riquísimo.
Recuerdo que me encantaba sentarme en el banco de la cocina para mirar cocinar a mi madre, con esos delantales que ella misma se hacía con retales de tela y dibujos de verduras bordados. Todavía me gusta verla cocinar, y todavía me sigo sentando en el banco de la cocina, sólo que ahora llevo conmigo mi bloc de notas y apunto todo lo que hace.
Hace tiempo me enganché a Canal Cocina. No veía otra cosa. Me emborrachaba de recetas, ingredientes y cocineros, hasta el punto de casi perder la noción del tiempo. Les envidiaba tanto.... con sus mandiles y sus chaquetas, sus gorros y sus manos.... qué manos! Todo lo que tocaban lo convertían en una maravilla para los sentidos. Podía imaginarme el aroma de aquellos platos, el calor de la cocina... Lo apuntaba todo y todo lo quería hacer.
Por aquel entonces me dediqué a aprovisionarme de todos los instrumentos de cocina que pude encontrar, desde moldes para magdalenas y pasteles, hasta sifones, mandolinas, cuchillos, juegos de medidas, vaporeras... Y como mi familia se empezó a dar cuenta de mi afición, me regalaron el último modelo de Thermomix, máquinas para hacer pasta... Así que os podéis imaginar como es mi cocina.... que parece que sea la de una experta cocinera.
Luego lo que pasa es que a diario no suelo cocinar mucho, espero a tener invitados que se conviertan en mis conejillos de indias sin saberlo.
No hace mucho tuve que organizar una cena de celebración en casa, así que decidí "echar el resto" y cocinar mucho y bien. Estuve dos días preparando aquella cena y me lo pasé en grande confeccionando el menú, comprando los ingredientes, preparándolo todo, calculando tiempos... aunque también me daba un poco de miedo. Quería que todo saliera perfecto y que todo el mundo se sintiera a gusto, que la comida estuviera rica y en su punto. No quería ser demasiado sofisticada, pero tampoco demasiado sencilla para la ocasión. Le di muchas vueltas a aquella cena.
Al final todo salió bien y yo me sentí de maravilla.
Fue a raíz de aquella cena cuando me planteé hacer algo con esa afición que tantas sensaciones diferentes me proporcionaba. Me relajaba cocinar, me hacía pensar, ser creativa, preocuparme por los demás, ser organizada... No sabía qué hacer para poder estar cocinando porque sí, por placer. Recuerdo que pensamos una amiga y yo alquilar un local y montar un cátering, luego pensamos en un restaurante pequeñito, a orillas de la playa, pero las dos teníamos niños pequeños y rápidamente descartamos la idea.
Por aquella época descubrí Internet y los blogs. Me fui familiarizando con este mundo y poco a poco fui visitando blogs culinarios. Todos me parecían una maravilla, y me di cuenta de que no es necesario ser un chef de fama para poder compartir tus recetas con todo el mundo, que con un poco de ilusión y unos mínimos conocimientos de Internet, yo también podía hacer algo parecido.
Y aquí estoy, con más ilusión que conocimientos y con más vergüenza que miedo.
Sí, me da un poco de vergüencita estar aquí, delante de todos vosotros, contando lo poco que sé hacer en la cocina, porque estoy segura de que muchos de los que me leéis podéis ser mejores cocineros que yo. Pero estoy muy ilusionada con este pequeño proyecto y esa ilusión me compensa todo. Esto me permite cocinar porque me gusta, no sólo por la obligación de alimentar y alimentarme, me permite pensar y organizarme. Cada día pienso en las recetas que puedo poner al día siguiente y pienso en vosotros, en qué os gustará más o qué os parecerá más divertido, o más original. Y es que esto lo hago por vosotros, claro que sí, pero fundamentalmente lo hago por mi, porque me gusta, porque me relaja.
Cada vez que pongo una receta intento explicarla de la forma más sencilla posible y por eso también estoy empezando por cosas sencillas y comidas de diario. Intento que el blog sea atractivo y útil, y que cuando alguien viene a visitarme se encuentre un ambiente acogedor y cálido.
Muchas veces me bullen las ideas y pienso que me falta blog... quiero correr demasiado, así que intento tranquilizarme y ser realista, porque hay que saber andar antes de empezar a correr. Otras veces me entran las dudas porque no sé si sabré o podré estar a la altura. Pero siempre pienso que esto lo hago por mi, porque me gusta, porque me divierte, porque no tengo más pretensiones que disfrutar con lo que hago, y espero que pueda transmitiros esta ilusión y que disfrutéis tanto como yo con el blog.
Muchas gracias a todos por la acogida...
Pk
ResponderEliminarYo si que te doy las gracias porque me pasa un poco como a ti,me gusta mucho la cocina,ademas cuando tengo un problema y estoy nerviosa cocinar me relaja,me encanta ver a cocine@s en la tele,su maestria cortando verduras,yo tambien me he ido haciendo con muchos utensilios que se usan a veces poco,pero no importa,ahi estan por si acaso.
De verdad que me gusta mucho pasarme por aqui y ver que recetas has colgado.
Sigue asi que lo estas haciendo muy muy bien.
Un beso cariño mio
Hola PK!
ResponderEliminarLo haces genial,en serio
me gusta tu blog ,es familiar y calido,creo q son buenos ingredientes para q salga bien las recetas q nos pones en el.Creo q,al final y gracias a ti,le voy a coger el gustillo a esto de la cocina.
Un besito Pk
COMO ABRIR UNA LATA ABRE-FÁCIL
ResponderEliminar(cocina para inútiles)
Las latas abre-fácil, salvo las de alcachofas en su jugo, los pimientos del piquillo y alguna otra que se me olvida, suelen ir llenas de aceite que, me da igual sea de oliva o vegetal, resbala como una pastilla de jabón en una ducha penitenciaria y cuanto más pequeñas son, más peligrosas resultan.
El índice de peligrosidad más alto lo tienen las latas de anchoas, así que es necesario proveerse de una serie de artilugios, medidas y precauciones para llegar a buen fin.
Elementos imprescindibles.
Un casco de moto.
6 ó 7 periódicos (si tienen dominical, mejor)
Guantes gruesos de los de sacar cosas del horno.
Un delantal de cuello vuelto.
Un CD con marchas militares.
Elementos de precaución.
Cubo de agua con detergente.
Fregona (hay que leerse antes las instrucciones)
Trapos de cocina (un mogollón)
Caja de gasas.
Caja de vendas.
Caja de tiritas.
Un CD en el que una voz querida, nos cante eso de "Cura sana, culito de rana..."
Proceso y puesta en marcha.
Nos colocamos el casco y el delantal, poniendo el CD de marchas militares a todo trapo, para insuflarnos valor.
Con los periódicos bajo el brazo izquierdo y levantando el derecho hasta la altura del hombro, desfilamos hacia la cocina como si fuésemos un gastador (*) en un desfile.
(*) Para los no versados en temas militares, gastador es el soldado que abre la marcha en los desfiles. Suele ser el más alto. (yo no pude ser gastador...)
Ignoramos las risitas, rechuflas y cachondeos de nuestros familiares femeninos (la marcialidad no la llevan dentro como nosotros...)
Empapelamos el suelo de la cocina con una triple capa de periódicos.
Nos dirigimos hacia el mueble donde guardamos las latas.
Nos enganchamos los pies con los periódicos y nos damos una chufa monumental contra una esquina de la mesa...¡¡¡NO PASA NADA!!! el casco ha cumplido su misión y no nos hemos dejado los sesos contra la esquina maldita, pero nos ha golpeado en el puente de la nariz y sangramos un poquito...Restañamos la sangre con unos paños de cocina y mientras nos despejamos oímos las marchas militares para infundirnos animo.
Con determinación, cogemos una lata ¡¡¡QUIEN DIJO MIEDO, LA MÁS PELIGROSA, LA DE ANCHOAS...!!!
Antes de ponernos los guantes de cocina, separamos con la uña del dedo índice de la mano derecha la anilla de la lata.
Se nos separa la uña de la carne y cual guerrero herido en campo de batalla exclamamos ¡¡¡AAAGGG!!!... Nos ponemos una tirita mientras suspiramos.
Con la uña del dedo corazón de la mano derecha, procedemos a separar la anilla de la lata para su fácil apertura.
Nos ocurre lo mismo... Exclamamos ¡¡¡UYYYY!!! y nos ponemos una tirita mientras lloramos (bajito)
Utilizamos la punta de un cuchillo para separar la anilla de la lata, mientras exclamamos:
¡Seré gilí...!
sigue
Con la anilla de la lata un poco levantada es el momento de ponerse los guantes de cocina para evitar cortes innecesarios y peligrosos.
ResponderEliminarCon los guantes puestos no nos cortaremos al tirar de la tapa de la lata, pero debido a su difícil manejo se saldrá un poco del aceite, se nos resbalará la lata, debido a la fuerza varonil ejercida la lata irá a tomar por saco a la otra punta de la cocina y en su recorrido regará de rico aceite de oliva muebles, paredes, techos y el único trocito de suelo que no cubría el suelo la alfombra de periódicos... ¡Eso sí, nosotros ni una gota (bueno, un poco en le cara...) debido a la protección del delantal de cuello vuelto.
Recogemos las anchoas de la encimera, suelo, paredes y una que se quedó en el techo la despegamos ayudándonos con el palo de la fregona. Las colocamos en un plato y le echamos un poco de aceite (para disimular)
Retiramos los periódicos, pasamos la fregona, nos quitamos el delantal y el casco, y... como somos unos inútiles, no habremos leído las instrucciones de la fregona.
No habremos fregado bien y resbalaremos, dándonos un guarrazo de padre y muy señor mio...
Mientras estamos inconscientes nos vendarán la cabeza con las vendas y las gasas, mientras nos ponen el CD de "Cura sana, culito de rana..."