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miércoles, 20 de febrero de 2013

EGO ME ABSOLVO...

Hace poco os contaba mi experiencia "simpa" y ahora me dispongo a confesar otro vicio muy malo que tengo: en ocasiones...tengo la mano larga.
Ay madre! Que no es que tenga el vicio de hacer simpas, que como he dicho "otro vicio", pues pudiera parecerlo! No, no! Simpas sólo uno! De lo otro...más.


Tengo que explicarlo, porque esto, dicho así, de sopetón, parece algo muy feo. Pero aprovecho la amnistía fiscal y el vacío de poder Vaticano para confesar este pecadillo... sin importancia :)

Resulta que desde hace tiempo tengo una colección de tenedores y cucharillas que he ido afanando por algunos de los sitios especiales donde he tenido la suerte de ir a comer. Pero esos tenedores y cucharillas tienen que ser sacados del local con premeditación y alevosía y, por supuesto, en secreto.

No elijo las víctimas al tun-tun; no voy por ahí intentando componer una cubertería by the face, no!!. Tienen que ser de restaurantes especiales y tienen que tener una historia. Y tienen que ser tenedores o cucharillas, nada de cuchillos, no por nada, es sólo porque queda fatal llevar un cuchillo en el bolso (si te pillan o te caes y se te desparrama todo el contenido del bolso y te ven un cuchillo, seguro que te miran mal. Sin embargo un tenedor o una cucharilla queda de lo más normal como instrumental necesario en el bolso de una chica... o no?).

Al principio sólo los tenía guardados en un cajón, pero luego pensé que colgarlos cual trofeos de caza, a la vista de todo aquel que entre en mi cocina, le restaba importancia al acto vandálico, le daba como...naturalidad. Por eso se me ocurrió pegarlos a una pizarra y colgarla de la pared. Como una orla.

Como os digo, cada uno de ellos tiene su pequeña historia: mi hijo empezó a caminar en uno de esos restaurantes (en el del Parador de Bayona), pasé una Nochevieja en un París precioso (Monsieur Depardieu, si me lee, que lo siento, aunque hubiera sido peor llevarme la guitarra!), pasé unas vacaciones estupendas en Las Negras... En fin, que no me los llevo por llevármelos, me los llevo por algo, porque el restaurante es especial, porque la situación era especial...
Sólo hay una excepción: una servilleta del restaurante italiano de Jamie Oliver en Londres (Jamie, lo siento!! pero fue taaaan divertido llevárnosla!! y seguro que tienes un montón!)

Espero que ahora no me pongan un vigilante de seguridad pegado a mi nuca cada vez que entre a un restaurante!

Señoras y señores restauradores: NO lo hago siempre! debería ser un honor para ustedes que me llevase un tenedor de su restaurante, porque eso significa que he comido fabulosamente bien o que lo he pasado genial, así que si quieren aparecer en mi Colección, esmérense!

Rossella

1 comentario:

  1. Emocionante, yo quiero ver esa colección, eres una caja de sorpresas.Todos tenemos un pasado, pero tú además hablas en presente y prometes un futuro, menuda eres!!! Besitos.

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