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martes, 17 de junio de 2014

LAS TORTAS DE INESITA (Y RECETA DE TORTAS DE ACEITE)

      Nacimos con diecisiete días de diferencia. A mi madre durante el embarazo le dio por comer leche recién ordeñada acompañada de anchoas de bota. A mi tía no lo sé, la verdad, pero seguro que le espantaba la nueva afición de mi madre. Hermanas y embarazadas al mismo tiempo, pasaban mucho tiempo juntas, así que supongo que Inés y yo nos empezamos a intuir muy pronto.

    Somos hermanas de leche. Así se decía antiguamente, “hermanas de leche”. Antiguamente he dicho???? ANTES!, así se decía ANTES, no “antiguamente”. De “antiguamente” nada!.

      Sí, por lo visto mi tía no tenía mucha leche y a mi madre le sobraba (no sé si por la leche recién ordeñada o por las anchoas…), por eso cuando la pequeña Inés se quedaba con ganas de más, mi madre se la enganchaba también a ella. No sé si eso une, pero la verdad es que siempre he tenido un cariño especial por mi prima y siempre recuerdo con cariño nuestra infancia.

      Este es uno de esos recuerdos, sus tortas!



      Era mi primer cumpleaños. No sé qué querría Inés, pero me temo que lo consiguió. Y es que Inés, alias “Eliot Ness” como la llamaba el abuelo Octavio, era una niña bastante movidita (por no decir más mala que un dolor!), que le gustaba llevar la iniciativa y no tenía una idea buena, lo que quería lo conseguía. Me encantaba jugar con ella, porque yo que era más tranquila y no me atrevía con muchas cosas, me sentía segura con ella, me divertía!

      Inés comía de todo, y cuando digo “de todo”, es de todo. Y yo con ella! Me contaron que su madre la llevó asustada al pediatra cuando se dio cuenta de que la niña comía piedras y a veces la había pillado mordiendo las esquinas de las paredes de yeso. Yo lo intenté… pero no pude! (también intenté comerme las uñas de un poco más mayor…y tampoco!). Por cierto que el pediatra no le dio importancia. “Ya se le pasará, eso no es nada” dijo. Eran otros tiempos. Si eso pasa ahora tienen a la niña haciéndole pruebas y en observación un mes, y luego al psicólogo! Antes no, antes todo era más…natural.

      Recuerdo el jardín de su casa de San Vicente. Jugábamos horas allí. Muchas veces “a comiditas”. Pobres bichos… Los poníamos sobre una hoja-plato y los machacábamos con un palo (un palo!!) para hacer sopitas… No sé si probábamos los platos, pero…seguramente. Eso sí, sabíamos de qué color eran por dentro todos los bichos del jardín. Seguro que Inés no se acuerda… (no te hagas la loca ahora!). Aquel jardín era genial para jugar. Tenía hasta una rampa que subía al garaje y que a nosotras nos servía para colocar al perro debajo y saltar a caballito sobre él!. Pobre perro…

      Su casa estaba al lado de la fábrica de jamones de su padre y su tío. Eso nos daba mucho juego, porque podíamos pasar sin muchos problemas donde estaban los cerditos (cerditos y cerdotes!, que había algunos enormes!). A veces nos acompañaba alguna persona mayor a verlos, pero otras nos la apañábamos para ir solas…. Y teníamos un palo escondido (otro palo!!) para, por si acaso dormían, despertarlos. Lo que decía… ni una idea buena!, que tendríamos cinco o seis años!! Nos asomábamos entre el primer y el segundo tablón de madera de la valla y… a divertirse. Pobres cerdos…

      Y luego, a pasear por la fábrica. Dos retacas viendo cómo despiezaban a los gorrinos como si tal cosa. Valientes… Todavía recuerdo ese olor dulzón, húmedo y caliente. Y el olor salado de los secaderos. Y el sabor del jamón, claro!! Y el del queso, los embutidos, el vino y demás exquisiteces que se tomaban en la bodega de la fábrica mis tíos, sus amigos, trabajadores y demás afortunados de vez en cuando.

      Ahora Inés, seguramente por herencia de su padre, el Tío Juan, se ha convertido en una amante de la buena mesa y las exquisiteces; basta de piedras, yeso, bichos… aunque sigo dando fe de que come de todo y todo le gusta (prueba de ello es que siempre pincha en “Me gusta” en mis publicaciones en Facebook… Gracias prima! Jaja Sólo por eso te has ganado esta entrada!).

      Y ahora dirá que no se acuerda de nada… como si lo viera!
      Y a los que habéis leído esto deciros que ni se os ocurra pensar que fuimos unas niñas asalvajadas, tremendas y maléficas! Sólo estábamos un poco loquitas…cuando nadie nos veía!.

      Un beso prima! Te quiero.


Y de paso le dedico una receta de Tortas de Aceite


Ingredientes:

Para la masa de arranque:
70 gr de Leche entera
10 gr de Levadura fresca
1 cucharadita de Azúcar
130 gr de Harina de Fuerza

Calentamos un poco la leche, que esté tibia. Disolvemos la levadura en ella y agregamos el resto de ingredientes amasando hasta formar una bola.
Esta bola la ponemos en un bol con agua tibia (suficiente agua como para que la cubra), y esperamos a que flote, que estará lista para usar. Tardará unos 10 minutos, así que mientras podemos hacer la otra masa.

Para la masa:
600 gr de Harina de Fuerza
5 gr de Levadura fresca
15 gr de Sal
300 ml de Agua tibia
60 ml de Aceite de Oliva Virgen Extra Arbequina

En un bol disolvemos la levadura en el agua tibia. Añadimos la harina, la sal y la masa de arranque, y amasamos durante unos minutos, hasta que la masa vaya tomando cuerpo. Entonces vamos añadiendo el aceite poco a poco integrándolo en la masa. Seguimos amasando unos 10 minutos más y dejamos reposar la masa durante 90 minutos. La masa queda muy blandita.

Pasado este tiempo, dividimos la masa en cuatro partes iguales (más o menos), nos untamos bien las manos con aceite y las aplanamos sobre un papel de horno. Las dejamos de un centímetro y medio de grosor aproximadamente.
Ahora tienen que volver a reposar durante una hora.

Precalentamos el horno a 250ºC, y metemos un recipiente con agua en la parte baja del horno para generar un poco de vapor. Cuando las vayamos a meter lo bajamos a 220ºC.

Cuando haya pasado la hora, con el dedo hacemos hoyitos por toda la torta, como pinchándola. Rociamos con aceite de oliva virgen extra y espolvoreamos con sal Maldon, orégano y pimienta.

Horneamos a 220ºC, sin sacar el recipiente de agua, durante unos 25 minutos, hasta que las veamos doradas.

Al sacarlas del horno las volvemos a rociar con aceite.

Listas!!

Espero que os gusten… y que te gusten Inés!

Rosse


8 comentarios:

  1. Gracias querida prima!! Fan incondicional tde tus recetas e historias!! Mil besos!!

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  2. Me encanta!!! Yo también he participado mucho en la vida de Inés y para mi habéis mi segunda familia. OS QUIERO!!!

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  3. Que graciosas las niñas, es que de pequeñas estas para comerte. La receta me ha encantado, así que me quedo por aqui de seguidora y curioseando un rato.
    http://unospicanyotrosno.blogspot.com

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  4. Qué divertida la foto!... la carita de buena que tenía ( ejem, tenía ? ) Pkita y el "carácter" de Inesita, eh????... Ja, Ja!. Para comérselas!! ( tortas incluídas...).

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  5. PK: me encanta el detalle de los carteles animando a la Roja... Muy apropiados!.

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  6. Buenísima la historia y preciosos los recuerdos que tienes de tu infancia y qué curioso lo de la leche ehh. Yo noto que antes podíamos jugar a cualquier juego prácticamente todo es peligroso. Las tortas riquiísimas.

    besos

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  7. jajaaaaaaaa. Lo que me he reído, qué arte tienes para contar y escribir historias. Una novela Rosse?? Un libro de cocina?? Sería un éxito, porque las recetas son importantes, pero te distingue cómo las escribes, no me canso de decírtelo. Muaccs

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  8. Me quedo tu receta de las tortas, tienen una pinta impresionante, pero como escribes, describes, como cuentas las historias... has nacido para escribir sin duda!!
    un beso

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